El Medievo.
Este post no habla de ninguna obra concreta, sino que pretende poner bajo los focos un argumento en particular que se esgrime para defender obras con un alto contenido de sexo y violencia (principalmente hacia la mujer), ese que insiste en que “la Edad media era así, el Medievo, la Edad Oscura”.
De paso es probable que determinados clichés, tópicos y lugares comunes se lleven algún tirito que otro, pero no voy a entrar a criticar obras concretas; eso sería otro post distinto.
ESTÁ BIEN QUE OS GUSTEN OBRAS CON ESTE TIPO DE AMBIENTACIÓN
PERO SED CONSCIENTES DE LO QUE LEÉIS
(y lo de que la Edad Media era “así”…bueno, partes *escogidas* de *algunos* momentos en *algunos lugares* durante la Edad Media eran así. Os cuento).
Y esto por qué
Gracias a un artículo sobre la representación de la mujer en el videojuego The Witcher 3 en el blog de Todas Gamers ha vuelto un clásico de las discusiones de internet: el sexismo en las obras de ambientación medieval fantástica. Como el juego en cuestión está basado en una saga de novelas y es un mal común en la literatura del género voy a hablar con novelas en mente (no concretamente las de The Witcher, aunque sea la saga que haya dado pie a este tocho), pero sería aplicable tanto a videojuegos como a series o películas.
Aclaremos desde el principio que en una obra de ficción todo lo que se representa es por decisión del autor; el autor decide si la ambientación es de una forma u otra, cómo se van a comportar los personajes, su forma de vestir, sus actos, la cultura que les envuelve, los hechos que hayan llevado al momento en el que se desarrolla la acción y bajo qué lente se nos muestra. Por supuesto, también decide qué partes de la historia que nos quiere contar ha de mostrarle al lector y cuales no.
El autor es, a todos los efectos, el dios omnipotente de su obra. Si aparece algo en ella es por voluntad suya.
Una vez dicho esto hablemos de los clichés de la fantasía, de documentación y de sesgos.
Cómo hemos llegado a esto
La fantasía moderna occidental le debe hasta la ropa interior a Tolkien; El señor de los anillos tiene unos 80 años si contamos desde el año en el que se empezó a escribir.
Echando mano de la Wikipedia vemos que El señor de los Anillos fue publicado por primera vez en España en 1978, 24 años después de su primera publicación en su idioma original. No sólo eso, sino que la trilogía en sí se escribió aún más temprano, entre 1937 y 1949 (no estoy teniendo en cuenta el dato de que Tolkien empezó a darle forma a toda su mitología en el 17 según la misma fuente; solamente la época de escritura de la trilogía en sí).
La obra fundacional, pilar del género y cuya influencia se extiende hasta el día de hoy es más vieja que los abuelos de algunos de vosotros. Sigamos.
Hay otro señor cuyo legado ha marcado tanto o más el género de la fantasía medieval: Gary Gygax.
Gygax fue uno de los creadores (el más conocido) del juego de rol Dungeons & Dragons; probablemente la influencia del juego y las novelas derivadas del mismo hayan pesado tanto o más que la de Tolkien a la hora de darle forma a la fantasía medieval tal y como la conocemos hoy, y es origen de gran parte de los clichés que afligen al género.
Estamos a tiempo de echarle la culpa de todo a Salvatore y a Moorcock e irnos todos a casa. ¿No? Nah.
(Detengámonos un segundo a apreciar la ironía de que la idea original fue un intento de aportar realismo a los wargames añadiendo reglas de armaduras y de armas a las miniaturas, y que una consecuencia lejana de aquello sean los mangas de gremios de aventureros que sólo trabajan en bajar a mazmorras a matar monstruos porque sí).
¿Creíais que no lo decía en serio? lo digo en serio. Viñetas de Dungeon ni deai motomeru no wa machigatte iru darou ka, de Fujino Omori y Kunieda.
Ahora bien, antes de que empiecen las protestas airadas : cuando digo clichés no quiero decir que sea algo necesariamente negativo; si un elemento se repite en ficción es porque funciona. El problema es su sobreutilización, que lleva al estancamiento creativo, a la falta de imaginación y al tedio del lector.
(como los citados mangas de aventureros cuyo oficio es mazmorrear).
A estas dos grandes influencias dentro de la fantasía medieval le debemos no pocos lugares comunes, aunque unos han sobrevivido mejor que otros.
El enfrentamiento entre el Bien y el Mal sin matices ni duda es tal vez uno de los tópicos que menos perviven. Hoy día la fantasía medieval tiene muchos más matices, diversos puntos de vista y abundancia de personajes ambiguos y moralidades poco claras.
Algo mejor lo lleva la presencia de magia en la historia, aunque en la actualidad es casi obligatorio crear un sistema de magia coherente que en apariencia acate -con más o menos manga ancha- las leyes de la física del mundo real.
Uno de los tópicos que sí goza de excelente salud en el mainstream es el de la ambientación en una Pseudoeuropa imaginaria. Rara vez las historias transcurren en una versión más o menos fiel de la Tierra real, sino que se trata de planetas creados desde cero con distintos accidentes geográficos. Y sin embargo, invariablemente la cultura y la sociedad se parecen a una amalgama de la imagen que tenemos de inglaterra medieval a través de la cultura popular, mezclada en ocasiones con toques superficiales de una europa central igualmente nebulosa.
Hablemos de esta Pseudoeuropa.
Es un poco así como Inglaterra, pero no
Este lugar imaginario está muy influenciado, como hemos visto, no sólo por obras escritas varias décadas atrás sino además bastante conservadoras (recordemos la época y el contexto en el que se escribieron).
Esta imagen deformada y simplificada de algunas partes de Europa en una época indeterminada de la edad media ha calado de tal forma en el género que poca gente se la cuestiona dentro del mainstream, hasta el punto en que hoy día se esgrime como “realismo” en las discusiones que tienen lugar en distintos puntos de internet el ambientar una obra en una versión de Pseudoeuropa que contenga ciertas dosis de sexo, violencia, suciedad, desesperanza y malas personas.
Esta versión ficticia de la Europa medieval es, a la vez, más y menos que su inspiración del mundo real. Suele existir magia de alguna clase, animales mitológicos de fisiología dudosa (o animales reales pero extintos), una o más especies de humanoides aparte de la nuestra y una notable falta de enfermedades comunes que puedan resultar mortales.
La economía es una de las facetas de la ambientación que se suele obviar; aunque la existencia de una estructura clásica de campesinos, mercaderes, nobles y reyes o emperadores nos lleva a intuir la existencia de cierto sistema feudal de algún tipo (aunque tampoco se suele hablar de protección o de obligaciones, especialmente en obras de autores norteamericanos en las que aparentemente el campesinado está un poco abandonado a su suerte al estilo de los western).
Encontramos ciudades prósperas de corte medieval tardío, renacentista o directamente pre-revolución industrial que se prestan estupendamente como telón de fondo para aventuras más urbanas; y suele existir una demanda más o menos estructurada de aventureros y/o mercenarios, o en su defecto un gremio de ladrones o facción rebelde en los bajos fondos de dicha ciudad.
En raras ocasiones la vida de la gente en Pseudoeuropa está estructurada alrededor de la religión, como sí ocurría en gran parte de la Europa medieval durante una parte importante del período; el catolicismo (o la versión del cristianismo correspondiente según la época y la zona) que permeaba la vida diaria es sustituido por un panteón de inspiración clásica con diversos dioses que conviven sin demasiados problemas y que otorgan habilidades reales a sus seguidores más fieles; o en su defecto, los dioses son una leyenda y en la época en la que se desarrolla la historia no son relevantes o se les da por muertos.
Habitualmente está llena de gente blanca con nombres de inspiración anglosajona o centroeuropea; el personaje no blanco ocasional -si es que aparece- con suerte es una rareza, un visitante “exótico” y desubicado y no se le atribuye ninguna etiqueta negativa (como que pertenezca a una raza no civilizada o que sea malvado). A veces se utiliza alguna de las otras razas humanoides como metáfora de un grupo étnico real para tratar temas de racismo, con resultados la mar de irónicos si el autor desarrolla ese tema por un lado pero se le cuela racismo involuntario entre los humanos por otro.
Esto contrasta drásticamente con la Europa real en la que la gente viajaba (aunque mucho menos que en nuestros días, obviamente). Existen registros, tanto escritos como en pinturas y otras representaciones, de la existencia de personas de diferentes etnias residiendo en Europa desde la época del Imperio Romano hasta los siglos XVI- XVII, tanto como ciudadanos libres (ojo, que esto se suele obviar) como criados o esclavos (por no mencionar que, aparentemente, los escandinavos venían a veranear a la costa mucho antes de lo que podríamos pensar.
Y si tenéis un rato, aquí tenéis cantidad de información entretenida sobre las Tablillas de Vindolanda, que aunque no datan de la Edad Media aportan más documentación demostrando que sí, que la gente viajaba, y los romanos movían soldados por todo el territorio).
«aquí en Britannia hace un frío que pela, por favor enviadme más calcetines»
(spoiler: se los enviaron. Sí, son para llevar con sandalias).
Esto no significa que no existiese ninguna forma de discriminación, claro; pero el racismo tal y como lo entendemos hoy día es un concepto relativamente reciente.
Un tópico fácilmente identificable como racista es el de la ciudad costera mercante pseudorenacentista, próspera pero peligrosa, poblada por gentes de aspecto vagamente italiano. Casualmente nadie es de fiar; ellos son ladrones, asesinos, mercaderes corruptos o contrabandistas, y ellas son asesinas, prostitutas o ambas cosas a la vez.
Luego con algo de suerte tendremos a los bárbaros del norte, y con mucha, mucha suerte se mencionará de pasada a “las tribus del este” como algo que está ahí fuera en algún sitio, siempre – o casi siempre- menos avanzados y civilizados que Pseudoeuropa.
Por supuesto los tópicos se pueden explorar de muchas maneras y depende en gran parte del tono de la narración; se puede contar una historia de opresión con la intención de hacerla evidente; se puede contar desde el punto de vista del oprimido como denuncia; o se puede contar una historia de forma que consciente o inconscientemente perpetúan dicha opresión.
Pseudoeuropa, además de atender poco a la economía, obviar un montón de enfermedades y ser algo racista, también suele ser machista.
Ojo, no me refiero sólo a que el sexismo esté integrado en la sociedad que se nos muestra sino que la forma de contar suele ser profundamente machista, en pro, de nuevo, de un supuesto “realismo”.
No hablemos ya de la imposibilidad de que en una sociedad supuestamente reminiscente de la europa medieval exista el arquetipo de Mujer Fuerte con corsé, escote y tacones que tanto agrada a determinados autores del género; este cliché es, muy obviamente, una fantasía que nada tiene que ver con el realismo y no se puede justificar con dicho argumento de ninguna manera.
Me refiero a utilizar el argumento del realismo histórico en obras en las que la violencia y la opresión hacia la mujer se encuentra de forma frecuente, sistemática y libre de consecuencias en mayor o menor medida.
Este es un aspecto que se elige mostrar; igual que se un autor puede obviar las enfermedades poco glamourosas que podrían acabar con la vida del protagonista de forma muy poco honorable en cuatro páginas, mostrar esta otra faceta de la vida de forma extensa y gráfica es también una elección consciente.
Ahora la cuestión, frente al argumento del “realismo en el Medievo” es, ¿qué base tiene esta ambientación? ¿Esto era así de verdad?
La respuesta, para sorpresa de nadie (espero) es “a veces, no siempre ni todo el tiempo”.
Fun Historical Facts (o algo)
Recordemos que cuando hablamos de la Edad Media Europea estamos hablando de un período que abarca un milenio, desde el siglo V al XV en un territorio cuyas fronteras se movían a menudo y en el que había guerras, peregrinaciones y desplazamientos de poblaciones enteras. Esto implica que no había una sola forma de hacer las cosas “en la edad media”, y que había una gran variedad de usos y costumbres según la época y el lugar.
Para el asunto de poner ejemplos voy a invocar la sabiduría y buen hacer de Kate Elliott, que escribió un ensayo acerca de cómo escribir mujeres sin cuotas en fantasía épica . El ensayo aporta una cantidad respetable de ejemplos reales (y bibliografía relacionada) de leyes, costumbres y usos en lo que se refiere a la mujer en distintos lugares y épocas del medievo. Como es muy largo y está en inglés, voy a citar aquí algunas cosillas porque sino igual pasáis de leéroslo, que nos conocemos.
How can women characters fit in epic fantasy settings based on a quasi-historical past? How can their stories believably and interestingly intersect with and/or be part of a large canvas? You can model actual lives women lived, not tired clichés.
“Cómo encajan los personajes femeninos en ambientaciones de fantasía épica basadas en un pasado casi-histórico? Cómo pueden sus historias entrelazarse o formar marte, de forma creíble e interesante, de una imagen mayor? Puedes basarte en las vidas reales de mujeres de verdad, no en clichés sobreutilizados”.
(no, no estudié Traducción e interpretación, por qué lo preguntáis)
In medieval Valldigna, Spain, Aixa Glavieta “went to court six times until she forced the Negral family return to her the terrace with two mulberry trees” which the head of the Negral family “had unfairly taken from her for one arrova of linen which she had owed him, although the leaves produced by these two mulberry trees alone (and which he had sold immediately) were more than enough to settle the debt.” [Ferran Garcia-Oliver, The Valley of the Six Mosques: Work and Life in Medieval Valldigna, Brepols, 2011, p 166]
Ejemplo de mujer en la españa medieval que no sólo era dueña de tierras, sino que tenía la capacidad de ir a juicio por su cuenta en defensa de sus intereses:
“En la Valldigna medieval, España, Aixa Glavieta “fue a juicio seis veces hasta que forzó a la familia Negral a devolverle el bancal con dos moreras que el cabeza de la familia Negral le había arrebatado injustamente como pago de una deuda de una arroba de lino que ella le debía, a pesar de que las hojas producidas por las dos moreras (y que él vendió inmediatamente) eran más que suficiente para cubrir la deuda”.
(Este ejemplo es uno de mis favoritos personales además de por ser valenciana, porque me imagino perfectamente a la señora yendo a juicio repetidamente en plan SERIOUS BUSINESS no solo por el terreno, sino porque se lo quitaron con malas artes y AIXÒ NO POT SER. Tengo que acordarme de conseguir el libro del que Elliott saca la cita ).
If you can’t find numerous examples of women who have ruled nations, principalities, and local polities, you’re not looking hard enough.
Diga usted que sí, señora Elliott.
El apartado sobre matrimonios de conveniencia entre dinastías nobles os lo pondría entero pero eso ya se pasaría un poco del derecho de cita. Os contaré por encima que Elliott defiende que se puede escribir a las mujeres en matrimonios de este tipo como “peones desvalidos” o como astutas embajadoras de sus propias familias, dinastías o naciones. También recuerda que rara vez estaban aisladas o se las impedía mantener contacto con el exterior y/o sus familias, y que eran las que administraban sus dominios durante las ausencias de sus maridos, ya fuese por conflictos bélicos u otras razones. Si enviudaban, en bastantes ocasiones quedaban virtualmente al mando y podían elegir a sus nuevos esposos.
Si queréis un ejemplo cercano, un vistazo rápido a la Wikipedia nos trae a Berenguela de Castilla, sin ir más lejos.
Until the mid- to late-nineteenth century, almost everywhere in France, at least half the people working in the open air were women. […] women ploughed, sowed, reaped, winnowed, threshed, gleaned and gathered firewood, tended the animals, fed it to the men and children, kept house […] and gave birth. Housekeeping was the least of their labours. [Graham Robb, The Discovery of France: A Historical Geography, Norton, 2007, pp 103-104]
“Hasta mitad- finales del siglo XIX, en casi toda Francia, al menos la mitad de las personas trabajando al aire libre eran mujeres. […] las mujeres araban, sembraban, cosechaban, separaban la paja del grano, trillaban, espigaban y recogían leña, cuidaban animales, alimentaban a sus maridos e hijos, mantenían la casa y parían. Las labores del hogar eran la menor de todas sus tareas”.
(Y ahora nos podemos imaginar por qué la colada se hacía una vez a la semana. No había tiempo!)
Sexual mores vary over cultures. The puritanical, post-Victorian mindset prominent in 20thcentury USA is unique to a specific era, and is in fact unusual.
“Las costumbres sexuales varían entre culturas. La forma de pensar puritana post-victoriana prominente en los USA en el siglo XX es única de una era específica y es, de hecho, inusual.”
Ya sabía yo que este gif lo necesitaría para algo.
El ensayo sigue relatando ejemplos reales y citando fuentes sobre costumbres referentes a la higiene, la esperanza de vida, las violaciones, los niños y la soltería.
Voy a detenerme un momento en el tema de las violaciones porque Elliott no pone ejemplos en su ensayo pero sí he encontrado otras fuentes al respecto.
Durante toda la historia han existido los crímenes con violencia. Las violaciones existen ahora y han existido en el pasado; sin embargo, esto no significa que en otras épocas no existiesen leyes al respecto, leyes que llegaban a ser considerablemente severas. Una “ventaja” secundaria del patriarcado es que en muchos momentos históricos atacar la integridad física de la mujer se consideraba un prejuicio hacia el hombre responsable de ella y este tipo de crimen se castigaba con dureza.
Es, de nuevo, decisión consciente y calculada del autor si quiere mostrar el acto como algo una agresión, un acto delictivo y dañino que la sociedad castiga, o si prefiere relatarlo con un nivel mórbido de detalle y a la vez describir una situación y una sociedad en las que la víctima esté totalmente indefensa y sin recursos.
Dependerá del tipo de historia que se quiera contar, por supuesto. Pero no existe una que sea “la única versión realista y esto era así y punto”.
En el libro Icelanders in the viking age: The people of the sagas se nos cuenta que a pesar de tratarse de una sociedad patriarcal al parecer las mujeres tenían una libertad de movimiento bastante grande. La violación se trataba como un crimen contra la propiedad (del marido o el padre) y se castigaba declarando al culpable fuera de la ley, situación que permitía a cualquiera matarle sin consecuencias legales.
Apoyando la información aportada por las Sagas está el Codex Regius de Gragás:
The penalty for rape or attempted rape was also full outlawry.
Resumiendo: existen registros documentados de que durante La Edad Media de verdad en el mundo real™, en distintas épocas y lugares, las mujeres podían heredar, transmitir sus apellidos y status social a sus descendientes, trabajar fuera de sus casas, dedicarse a la medicina, tener posesiones a su nombre de forma legal y acceso al sistema jurídico, divorciarse, tener cargos de importancia política, combatir en guerras (con ejemplos que se remontan a la antigua Grecia) y colocarse de aprendices con un maestro gremial, entre otras cosas.
Como podéis ver, nuestra Pseudoeuropa típica y tópica del género fantástico se queda bastante corta a la hora de reflejar el realismo de verdad. Probablemente los autores de fuera del mainstream que se esfuerzan por contar otras historias de forma integradora y diversa estén mejor encaminados en el asunto del realismo que muchos de los que lo abanderan para defender que una obra tiene un sesgo sexista y/o racista fuertecito.
“Pero Delfina” diréis, “varios de los ejemplos que pone Elliott en su ensayo son de fuera de europa”.
En este post me he limitado a poner algunos (no todos) de los ejemplos europeos que aparecen en su ensayo por ceñirme al tema pero sí, hay registros de todo el mundo que indican que el pasado no era uniformemente machista tal y como entendemos a día de hoy el término. Sorpresa.
Ocurre que hay una tendencia en el género de fantasía medieval de mostrar lo peor del ser humano, enseñar los rincones oscuros, la desesperanza y el desamparo (a título personal, imagino que es un rebote contra los dragones de colorines, los buenos que siempre ganan y los archimagos de Bola de Fuego y Misil Mágico de hace unos años). No estaría de más que recordásemos, autores y lectores, que aunque nos guste este tipo de novela sigue siendo ficción, una ficción parcial (como todas, por necesidad y por elección) y que ni es el único tipo de historia posible, ni refleja fielmente la realidad sino una parte escogida de ella que se adapta a la narrativa que se pretende contar. Esto no debería impedirnos disfrutarla si es de nuestro gusto, pero siempre está bien tener un cierto espíritu crítico hacia el ocio que consumimos.
Disclaimer: no soy historiadora pero sé que las fuentes históricas deben tomarse con cierto escepticismo, incluso las primarias. Lo que sé sobre este tema se lo debo a gente más leída que yo que ha tenido el detalle de compartir sus conocimientos; si os interesa el tema, podéis visitar el blog de Kate Elliott, que además de ser una novelista excelente tiene unos conocimientos extensísimos de historia, y el tumblr de MedievalPOC, por poner dos ejemplos rápidos.